Empeñada en hacer historia en la Luna, China ha conseguido, de nuevo, lograr algo que nadie había hecho antes. La misión robótica Chang’e-6 ha traído este martes a la Tierra por primera vez muestras de roca y suelo de la misteriosa cara oculta de nuestro satélite natural. La cápsula de retorno ha aterrizado en la región autónoma de Mongolia. Su preciada carga puede ayudar a entender cómo se formó el Sistema Solar.

Chang’e 6, que consta de un módulo de aterrizaje, una cápsula de retorno, un orbitador y un pequeño cohete propulsor, llegó a la Luna el 1 de junio tras casi un mes de viaje. El aterrizador se posó en el cráter Apolo, dentro de la cuenca Aitken del polo sur en la cara que siempre da la espalda a nuestro planeta. Allí, equipado con una pala y un taladro, recogió alrededor de 2 kilogramos de rocas y regolito. El 3 de junio, la carga fue enviada al espacio a bordo del cohete para encontrarse con la nave en órbita unos días después. Alrededor del 21 de junio, el orbitador comenzó su regreso a la Tierra. El aterrizaje este martes completó una misión que ha sido un «éxito completo», según la Administración Nacional del Espacio de China (CNSA).

Llegar a la cara oculta de la Luna ya es una auténtica hazaña en sí misma. El gigante asiático la conquistó en 2019, algo que aún no ha sido emulado por ningún otro país. Los numerosos cráteres profundos y oscuros de la región dificultan las comunicaciones y las maniobras de las naves espaciales, por lo que se trata de misiones de extrema dificultad.

Sin embargo, Chang’e-6 parece haber cumplido con una diligencia extrema. Según la CNSA, las cargas útiles transportadas funcionaron como estaba previsto y llevaron a cabo su programa de exploración científica. Ahora solo cabe esperar qué es lo que ese material tiene que contarnos sobre el hemisferio lunar que nunca vemos.

Las muestras proporcionarán a China un registro de los 4.500 millones de años de la Luna y arrojarán nuevas pistas sobre la formación del sistema solar. También permitirán la comparación, antes imposible, entre la región oscura y la más conocida que mira hacia la Tierra. Hace cuatro años, China logró traer 2 kilos de rocas de la cara lunar que siempre vemos. Solo otros dos países, EE.UU. y la entonces Unión Soviética, han conseguido hacerlo.

La ambición china va más allá. En 2026 lanzará Chang’e-7 para estudiar los recursos del polo sur de la Luna, que se cree que alberga grandes reservas de hielo de agua. Chang’e-8 despegará dos años después y probará formas de utilizar esos recursos in situ construyendo una estructura a partir de regolito y rocas lunares. Alrededor de 2030 llevará allí a su primer taikonauta (astronauta chino) y con el apoyo de Rusia construirá una estación de investigación permanente.

Fuente: abc.es